Hiding place

Hiding place
Hide me from any, sorry! everyone

lunes, 21 de diciembre de 2009

Un carro, un carro en el que estamos mi papá, mis hermanos y yo. El carro se queda sin frenos y todos sabemos que nos vamos a morir. Decidimos contabilizar el tiempo que nos queda y jugamos cartas mientras bajamos por la montaña, seguros de que no queda mucho tiempo. Me acuerdo de unos espejos y unas cartas que un amigo me dio detrás de unas cortinas mientras me cogía la mano. De un momento a otro el carro para, de la montaña caemos a la calle que perpendicular impide que sigamos bajando.

¡Qué malos somos con las predicciones!

Todos salimos y miramos el carro que amenaza con explotar por los daños de la brusca bajada por la montaña. Mientras miro, esperando ver el fuego que consuma el carro rojo y sin frenos, un policía llega y me dice que tengo que recoger las cosas que están dentro de ese carro: el morral de Sergio, el ipod y un cuaderno. Obediente me dispongo a hacerlo.

Me acerco al carro y me agacho para buscar eso que tengo que sacar. Miedo, no encuentro nada y tengo que acercar mucho la cara a la parte que espero explote, muevo las manos… ¡Nada! Puto policía, me salvo del choque, pero no del destino, no? Veo el ipod en la parte de adelante, en el piso cerca del acelerador, y el morral lo siento debajo de la silla donde siempre se sentaba mi mamá.

Bueno, puede ser que me salve, recojo el ipod y siento la cara caliente…

Ahhh… ahora el morral de niña. Meto la mano debajo de la silla pero no lo alcanzo, qué tan larga es una silla? No es una pregunta que me importe. Lo único en lo que pienso, lo único que se me viene a la cabeza es lo que creo vería por última vez, una explosión de colores amarillo, rojo y blanco.

El carro suena más, siento la cara más caliente, muevo los dedos desesperadamente, cierro los ojos, creo que ya no es necesario pensar en la imagen porque ya casi la podré ver, pero igual, insisto en alargar un poco el tiempo. Lo agarré, agarré el plástico del morral, ahora sólo saco el brazo de ahí y corro, abro los ojos. Tomo aire… La imagen resultó ser sólo blanca.

Abro los ojos nuevamente. Despierto, respiro.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Madrugada sábado19dic

Duermo en una casa de contrastes grises. Paredes muy altas con puertas pequeñas y negras.

A mitad de la noche me despierto y voy al baño, tengo que orinar. Abro la puerta del baño y miro el inodoro, hay 4 o 5 ratas grises ahí. Suelto el agua para que se vayan, todas lo hacen menos una. Decido cogerla, meto la mano en el inodoro, me mojo la mano y saco la rata. La sostengo con las dos manos, mientras la cabeza y las patas traseras quedan por fuera.

La miro mientras se retuerce y sin pensarlo mucho, la mato. La golpeo contra el piso de cemento varias veces, hasta que la cabeza deja de sostenerse, hasta que algo de sangre mancha el piso y los dedos. La tiro, pienso que ahora puedo orinar tranquila.

Orino, pero las ratas que pensé se habían ido, me muerden los dedos. No hay dolor, pero empiezo a pensarlo, a crearlo, cuando veo que mis manos están carcomidas, rojas por la sangre y ya sin piel.

La construcción del dolor es interrumpida. Me despierto. Tengo que ir al baño.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Amor seco.

Nombre que designa diversas especies de plantas herbáceas cuyos frutos espinosos se adhieren al pelo, a la ropa, etc.

Hay frutos y espinas, ¿qué más puedo pedir?

[La definición y el comentario fueron antes mostrados a Daniela para respaldar sus afirmaciones sobre mi forma de proceder. Gracias, cucu]

sábado, 12 de diciembre de 2009

Experimento 1:Teatro simultáneo/ Acuario

Se espera poder hacer una obra de teatro con tres pisos que el espectador pueda ver de manera simultánea. La idea es la siguiente:

Alguien duerme en el medio. Sueña, lo recuerda arriba y lo reconstruye abajo a su antojo, pues el recuerdo permanece secreto.

El ejemplo con Justine, sólo busca hacer de los sueños puertas a los secretos que suelen ser poco ortodoxos, nada aceptados socialmente y por lo tanto muchas veces causa de vergüenza por pretenderlo, involuntariamente, real en un mundo onírico. La Justine del Marqués de Sade, es una mujer que “preferiría siempre, no importa cuáles sean sus espinas, a la virtud que a los peligrosos favores que acompañan el crimen”; y que presa de la mala suerte, del destino, hace parte de la lujuria, los excesos carnales de muchos hombres, siendo ésta la única opción viable para sobrevivir.

Injusticia. Se culpa entonces a la sociedad sucia y demente que la rodea y se aprovecha; y a pesar de ser una existencia totalmente contraria a lo que quiere, logra permanecer viva al poder señalar las causas de sus pecados y de su vergüenza más allá de su propio cuerpo, lleno de cicatrices que se lo recuerdan.

Si el paso de la virtud al pecado (descrita con bastantes detalles en el libro “Justine”) se da en un sueño, en alguno de Justine, mientras duerme después de haber vivido un día dentro de una realidad justa, pues la lleva de acuerdo a todos los dogmas que defiende; no habrá nadie a quien culpar.

Imaginar a Justine con sueños sádicos que no quiere hacer realidad, supone una reflexión por su parte (desconozco cuál podría ser la reacción que viene justo después de abrir los ojos, mientras lo recuerda todo), casi un plan para impedirlo. El plan deberá ser muy elaborado porque la amenaza está dentro de ella… el gusano dentro de la manzana (me gusta tanto esta imagen).

Se trata de montar una obra de teatro con esta protagonista dentro de la realidad que “desea” y unos sueños que no puede ignorar o relatar fielmente. La idea es mostrar cómo los recuerdos pueden estar subordinados a una estética y una lógica predeterminada, cómo se crean bases para mantener la misma ilusión de realidad a costa de que el alma se mantenga secreta. Más allá de esto no tengo muy claro qué pase en la realidad rosada (el último piso) de pronto enloquece, se suicida, espera una invitación, prueba para después superarlo? Qué sé yo.

Esto se podría hacer con muchas “historias” distintas… haciendo comparaciones entre lo que “es” en secreto y lo que se “creó” para mantenerlo así.

Hay que empezar, ya estamos en el purgatorio.

jueves, 10 de diciembre de 2009

¿Mequieres?-

Me siento y me obligo a escribir, no me obligo a querer, no serviría de nada; me obligo a cumplir tratando de darle disciplina a esta voluntad que últimamente actúa sólo después de varias resistencias, fricciones con el entorno. [Ficciones]
La semana pasada, estando frente a una pantalla, trataba de entender las sensaciones de los protagonistas de la película. Lo único que entendí es que tanto dulce no me hace bien. Reitero entonces, mi disgusto por la cursilería y el drama propios de “los amores eternos” que han resultado ser tan buena mercancía, el ingrediente perfecto de un best-seller o un blockbuster. Bah...
Alguien me había contado que le encantaban la película y los libros estos, porque era la relación que esperaba tener, entiéndase por relación, pareja. No tenía idea de qué me hablaba, pero esperé mucho más que un protagonista que es capaz de seguir todos los clichés sobre el amor y toda esa cuestión…
Yo no sigo eso ni nada, al parecer lo único que hago es correr y aterrarme, callarme…
No, yo sé, lo mío por ser lo opuesto, es muy parecido. Los dos son tipos de cobardía. Uno es desespero por hacer parte de las imágenes de películas mal hechas, mientras el otro es desdén, malestar frente a lo conocido, a eso que siendo desconocido, porque todavía no ha pasado; parece posible sólo a través de un camino, el de siempre.
En fin, corro, callo, la cago, pero no ruego. Si nadie es capaz de permanecer ahí, esperar o entender, entonces no vale mi pena.
Y sí quise algo distinto, pero eso ya no depende de mí, nunca debió depender de mí, soy un puto rosario de contradicciones: sí, no, tal vez. Ese rosario al que nadie le reza, ni le pide o promete, ese que nadie quiere colgarse al cuello. Pero, ¡No faltaba más! Es mi rosario, mi cuello.
Me esfuerzo por encontrar un punto medio, y eso resulta siendo, sin saber cómo, cualquiera de los extremos. Es por eso que casi siempre puedo hacer parte de mis críticas.
-No me preguntes que te voy a decir la verdad, una parte de la mía [].

martes, 17 de noviembre de 2009

Dulce♫

Segundo, me emputa que la imagen de la mujer buena todavía se reduzca a su responsabilidad por la familia. Yo entiendo la importancia que tiene la familia y la mujer dentro de ésta. Estudié en un colegio del opus y mi familia todavía sigue muy arraigada a esa idea, a esa que va acompañada a la fobia por los solterones y por los hombres que no responden. Entonces, claro que sé sobre la importancia de la mujer. Incluso sé que se ha vuelto un problema que las mujeres en los países desarrollados no quieran tener hijos ni familia pues la nación se queda sin materia prima que garantice el movimiento de la economía del país y mantenga a los viejos, que jubilados, creen poder VIVIR después de tanto trabajo y esfuerzo. Sé, pero por el momento, no me parece atractiva la idea en lo más mínimo.

Saliéndonos un poco de mi disgusto por siquiera pensar en tener hijos, hoy o mañana, quiero tratar de definir lo que, aparentemente, todos los hombres buscan: una mujer buena.

La mujer buena es aquella con la que los hombres se quieren casar, la que quieren como mamá de sus hijos (imposible salirse de este tema si hablo del rol de la mujer). Por eso el matrimonio era una forma de demostrar que sus hijas eran buenas, que habían terminado con un buen hombre. Un día, hablando con mi abuelo, que debe tener casi 80 años, nos dijo que él, que había bebido y aguantado hambre por volarse de su casa, se había casado con una buena mujer, después de mucho buscar.

Encontrar mujeres buenas no es fácil- dijo.

Y para que no digan que sólo estoy hablando de otro siglo, por citar a mi abuelo, y que esto nada tiene que ver con lo que pasa ahora, también cito a las compañeras de mi salón, o las niñas de mi universidad, que ni siquiera compañeras son. Las primeras me dijeron una vez que teníamos que dejar de decir groserías porque a los tipos no les gustaban las mujeres que decían groserías. Yo ya había empezado a decirlas desde octavo, y en adelante de manera creciente. Al final uno llega a un tope, no se pueden reemplazar todas las palabras por unas groserías, no es la idea tampoco; pero sí han sabido expresar la idea muchas veces, sin necesidad de explicarme demasiado, lo cual resulta recurrente. Las segundas hablan de tipos que las sostengan cuando terminen su carrera, de la edad en la que quieren tener hijos, de la necesidad inmediata de tener un novio, un compromiso serio que certifique que pueden gustar, que son deseables.

Partiendo de esto, podemos decir que una mujer buena es pues una que cuida de su esposo y sus hijos, una mujer fiel y algo sometida, supongo. Además, podríamos decir que un buen hombre, es aquel que está dispuesto a casarse y a responder, no sólo económicamente, por sus hijos y su esposa.

Esta definición puedo complementarla porque estuve presente el día en que mi abuelo, algo tomado e indignado por tener que presenciar la sola existencia de hombres mantenidos, nos dijo lo que para él era un hombre bueno para una mujer:

“Un hombre bueno para una mujer, es aquel que es berraco, toma trago y es capaz de responder por su familia. Un huevón, no!”.

[Sí que me gustan estos momentos familiares, aunque no siempre sean en familia]

Y entonces, creo que he llegado al punto común que comparten las definiciones sobre un buen género, aunque no necesariamente un buen sexo, en esta época, que es finalmente de la que estoy hablando.

[Lo que menos quiero, porque lo considero algo anacrónico, es juzgar lo que piensan mis abuelos, cómo creyeron que debían vivir su vida. No, no es esto lo que me propongo, porque así no lo comparta, atesoro las historias, y atesoro mucho más el hecho de que hayan hecho parte de algo, de que se lo hayan creído en serio.]

En esta época, generación si se quiere, de la que soy juez y parte, los hombres y las mujeres “buenos” (ya dije que se ha mantenido la definición de hace unos años, aunque de una manera velada), son mojigatos; dulces. Niñas que dicen que llegarán vírgenes al matrimonio y se desesperan por casarse sin tener más de 20 años, para poder cumplir y poder dormir en las noches si caen bajo la presión; o cuando el hombre dice que le encanta ver escenas de lesbianas o porno, pero no puede soportar que su pareja, suponiendo que le importe lo suficiente para darle ese nombre, lo haga.

“mojigato, ta. (De *mojo, voz para llamar al gato, y gato). 1. adj. Que afecta humildad o cobardía para lograr su intento en la ocasión. U. t. c. s. 2. adj. Beato hazañero que hace escrúpulo de todo. U. m. c. s.”

[De todo lo que escribo podrán haber excepciones, siempre las habrán y en distintos grados, pero me abstendré de mencionar constantemente que no soy injusta, simplemente porque dije que lo era, a pesar de ser consciente de que existe gente distinta]

miércoles, 28 de octubre de 2009

Duermo, duermo muchísimo, me levanto y tengo sueño, y entre más duermo más sueño, y claro, más me arden los ojos. Me levanto tarde, creo que no me bañé, pero ya no me acuerdo...

Alguien sonriente me cuenta sobre su exitoso reconocimiento, y me alegra, en serio. Me habla después de lo que le dijeron que debería hacer frente a ciertas cosas, las reacciones que uno debería tener, las que son saludables y no dejan que nada se vaya acumulando dentro, las que permiten que estés limpiecita todo el tiempo. No me alegra eso. Alguien diciéndome cómo tengo que hablar, sorprenderme, reírme?, ¿cómo estar limpia? ¿cómo ser saludable? Me arden mucho más los ojos ahora, le trato de explicar que esa no es la idea de ir donde un psicólogo, pero me habla de lo beneficioso que ha resultado hablar con alguien sobre todo lo que tenía guardado; no dudo que lo haya sido, pero sigo con la idea. No voy donde nadie para que me diga lo que tengo que hacer, ayuda es una cosa que se puede confundir con silencios y consejos; reglas de acción son otras. Las últimas no las acepto. Punto.

La conversación sigue, me cuenta sobre las conclusiones a las que le han ayudado a llegar, según eso, se ha dado cuenta de que no puede sola…

-Ahhh? No, ya no más, voy para asegurarme de que esto siga siendo sólo ardor. Adiós, felicitaciones por tus descubrimientos.

Algo estalla en la calle, la gente corre y se calma, vuelve a sonar, corre más gente. Miedo, sí, la gente que se tapa media cara da miedo, pero en fin, no me moví, no me ardieron los ojos. Después veo un ratón muerto en la esquina y siento como si me dijeran: “Si sigue llorando por nada, le voy a dar razones para que llore por algo, carajo!”. Fair enough.

sábado, 24 de octubre de 2009

Be brave!

Empecemos por el principio. Algo encontré. Parece ser que después de las groserías del momento, de estar a la defensiva siempre, pasando por mal educada, sólo queda la voluntad expresa de no reprochar ni preguntar demasiado, la voluntad, el compromiso de estar ahí y escuchar, nada más, sin peleas ni gritos justificados por un claro irrespeto. Se diluyen las ganas de hacer eso, de hacer respetar lo mío cuando alguien se cree autoridad en campos totalmente ajenos… ¡Puta! Me estoy demorando demasiado, estoy siendo demasiado condescendiente, estoy dando demasiadas prórrogas, demasiadas exenciones, muchas reflexiones… porqué tiene que ser esto tan complicado?!. Igual, sé que “hacerle tanta conciencia a las cosas no me va a dejar vivir tranquila” es cierto, pero se ha vuelto casi involuntaria, ¡una conciencia involuntaria! Imagínese eso...

“Eso se oye muy feo”. Claro, cómo no si le acabo de decir que hay momentos en los que no me interesa conocer a nadie, sino que sólo me interesa su capacidad de saciar las ganas, producto de la voluntaria abstinencia y de sus comentarios que aún soy incapaz de clasificar. Cómo no va a sonar feo si le digo que me dejo llevar por los sentidos, por las apetencias que no distinguen entre un buen gusto o no. Sí, suena feo, y?.

Comentarios que afilados, muchas veces me dejan perdida cuando muestran un camino claro de reproche, regaño o descripción de existencia: lo que se dice en broma casi siempre es verdad, pero mantiene presente la garantía que dan las risas si las cosas no salen como uno lo esperaba, si el público no estaba preparado, si hiero susceptibilidades o si soy injusta cuando establezco rápidamente, tal vez demasiado, la relación entre experiencia ajena y escala de valores.

Qué fea sensación, cómo comentarios que podría hacer cualquiera los hace usted que no está lejos.

Lo mejor es tratar de ser menos influenciable, pero sobre todo menos nostálgica, más decidida a hacer y vivir con eso, a aceptar consecuencias, a encontrar otros caminos. Decido hacer, conocer, experimentar, dejando de lado las culpabilidades que puedan surgir propias de la educación, quiero ser un poquito más libre, quiero desafiarME, poder salir con ojos que estén sólo lo suficientemente irritados para poder ver lo que queda después.

Sé que cuando escribo así, cuando todo está en la lengua, escurriéndose por los labios y los dedos, soy injusta, demasiado emotiva, demasiado descriptiva, de pronto. Por ahora no importa, veremos después y espero, claro, tener la valentía de aceptarlo cuando otras variables se hagan más visibles, cuando tomar posición sea algo más desarrollado.

Juego a quedarme quieta, a ser el medio que son incapaces de manipular, a mostrar cómo el fin es un vacío. Juego a ser la excusa para que encuentren reproches que estando dentro de sí sean incapaces de ignorar. Juego a odiar y superar a través del silencio.

No. No más juegos, mirá que no hay repuestos.

sábado, 3 de octubre de 2009

Fluidos

Este semestre, no sé, las cosas no han ido como deberían, mi voluntad se resiste a hacer lo que debe, los ojos se resisten a dormir cuando pueden y mi garganta se resiste a dejar pasar la comida, pero bueno, ¿para qué están los dedos pues?
Para tocarme la cara, taparla un rato y darle un momento a la fugaz voluntad; para abrir los ojos cuando deciden escribir, los dedos; para tocar la cabeza mientras me acurruco sobre ellos hasta no sentirlos, y poder dormirme, soñar con cosas que me recuerdan propósitos que he sabido posponer; ¿para qué más sirven los dedos?, para empujar y arrancar cuidadosamente de los labios la piel que ya se cae, seca por la sangre.
Sangre, ya no la voy a botar más, mejor dono. Doné el mismo día que leí las palabras que me hicieron abrir la boca lo suficiente como para traer el aire que, demasiado contaminado, no dejaba que caminara sin tener la imagen del piso en la cara, la sensación de que pronto una pared, un poste, una persona o el piso me despertaran, hicieran resistencia a la monotonía de los pasos que se repiten y me llevan no sé a dónde.
Llego, lleno el papel y paso a la mesa del señor al que es imposible esquivarle la mirada. Revisa las respuestas, me pregunta por unas, le aclaro. La aclaración hizo un amigo: Hmm con que no eres de acá. ¿Dónde vives?, ¿hace mucho?, ¿qué estudias? Los números de siempre, al final las letras. Esa información ya me la aprendí, aunque no sirva sino para dar lugar a excesos…
Su brazo, le voy a tomar la tensión. Claro. Después de sentir lo de siempre: que aprietan el brazo, que lo amarran, lo asfixian y después lo dejan respirar de a poquitos, me pregunta si estoy preocupada: Niña está preocupada?
-Eee… no, de pronto… no sé, ¿por qué lo dice señor?
-Se lo digo por la tensión.
Qué mal, siempre quedo ahí, sin ninguna oración coherente que me saque de esa pregunta, victoriosa, sin ojos que traten de entender lo que ni siquiera yo puedo. No sé responder bajo presión, lo único nuevo que encontré, con el tiempo encima, fue una silla que temblaba y el calor en el cuerpo al que no se puede contrastar nada, porque el ambiente está tibio. Ante eso, soy incapaz de arreglar ideas, de escribir, de pensar en algo que valga la pena.
Después pedí calma, menos sensaciones... nada, sólo llegó ese olor que se pega a todo, a mí, a las cortinas, a los dedos, al espacio, a mi pelo... En fin, así ya no me sirve...
Siempre he preferido un olor que me llame con recuerdos en una avenida, sin que logre encontrar nada; prefiero el olor de cada persona, de cada momento.
Además, oler el empaque es comer dos veces…

domingo, 30 de agosto de 2009

¿Cómo llenar un formato de hoja de vida para no ser colegial? Sea real, diviértase con las respuestas.

Puntos claves, posibles respuestas para alcanzar el objetivo ya descrito:
Descripción del Núcleo Familiar: En este punto elabore una breve y clara descripción de su Familia y de su lugar y papel en ella. Mi familia está compuesta por mis 2 hermanos (menores que yo) y mis 2 papás. Todos vivimos en la misma casa, yo también, aunque solo cuando vuelvo para pasar las vacaciones. Se podría decir que mi papel en la familia se encuentra justo después del de mis papás y antes de mis hermanos (soy la mayor). No creo tener un papel definido dentro de la familia, intercambiamos roles dependiendo de la situación.
Información Personal: - Colegio(s) de Educación Básica y Media en donde estudió: Colegio Nuestra Señora del Rosario y Gimnasio los Cerezos. Manizales, Caldas. - Idiomas que maneja: Inglés y Francés.
Descripción Personal: En este punto, elabore una breve descripción suya en términos de personalidad, virtudes y defectos, aspiraciones y cualquier otra característica que quisiera destacar. Podría decirse que soy algo temperamental, poco racional, apasionada y muy convencida de que la única opción distinta a existir, en mi caso a provocar cambios, a ser conciente y ayudar, a no dejar pasar el presente por el frente sin que yo intervenga, es la muerte.
Reconocimientos académicos Reconocimientos Académicos obtenidos en su Colegio y en la Universidad : Relacione los reconocimientos académicos recibidos en su vida de Colegio y de Universidad En el colegio me iba bien, aunque no recuerdo ningún reconocimiento académico. Igual me ha pasado en la universidad, por lo cual se me hace imposible relacionarlos.
Producción Académica Relacione artículos, documentos, investigaciones, ponencias y en general producción académica en la que haya participado, que merecieron un reconocimiento público, de sus compañeros o de sus profesores. Ninguno que haya merecido reconocimiento público, aún así, he escrito varios documentos cuya elaboración y “finalización” han sido causantes de una felicidad que no puede ser comparada con el reconocimiento público.
PARTICIPACION EN LA VIDA DE LA UNIVERSIDAD No pertenezco, ni he pertenecido a ningún programa de monitorías o comité, por lo tanto no hay ninguna experiencia que deban conocer.

jueves, 27 de agosto de 2009

Siempre Sci-Fi.

Ya sé porqué es… porqué usted y no los demás. Señor, no podría haberme mostrado, durante este tiempo, más vulnerable y patética frente a usted, más humilde, sin defensa alguna, más auténtica, lo más que se puede ser cuando hay en la mitad una pantalla. Siendo así, usted es, me atrevería a decir que el único, que no se ha aprovechado de esa situación de mando que le confiere tener demasiada información valiosa y restringida. Usted es quien estando dentro no hace reproches ni comentarios que fastidian. Ya sé porqué sigo enganchada, es eso, usted no hace lo que yo quiero, no podría ser más claro, pero no juzga, no apunta, no utiliza su índice sino para limpiarle los labios a cualquier otra vieja… ajkbvzh! Está bien, mejor así.

lunes, 10 de agosto de 2009

De viajes con <>

I don't like this. Il ne me plaît pas.
Querer estar allá, vivir y dejar de suponer. Dejar de querer hacer parte de los que se creen tan interesantes como para hablar de lo que no conocen, en un idioma que no conocen, en un lugar en el que se sienten alguien: lejos de las referencias, para no tener a la realidad como constante contraargumento.
Me desilusiono desde lejos. No sabría decir si es una especie de advertencia o es la ansiedad que genera estar pensando en futuros, futuros lejanos de un presente sofocante.
Acá y ahora. Algo sube por la garganta, me toco el pecho, algo preguntan, pienso, controlo la sensación y respondo satisfactoriamente.
Se podría decir que es impotencia contagiada de desconfianza y la certeza de no saber mayor cosa. Como si no estuviera lo suficientemente preparada para dar el salto, pero incluso así, me obligo a no olvidar, a impedir que el desastre de las lagunas lleguen a estos sitios que significarán oportunidades futuras a partir de momentos que fueron un regalo.
Oportunidades, utilidad, por ahora sólo cuentos y letricas vueltas palabras bobas como estas.
No me imagino... quiero no hacerlo. Las expectativas tienen la facilidad de cagarse la realidad al exigirle demasiado al azar y a los demás. Espero, eso sí, poder reconocer sensaciones invasoras y respirar hondo.
Quiero ir sin límites de estancia, de ningún tipo. Devolverme cuando mi malcriada voluntad lo considere conveniente: rápido o despacio, inmediatamente o con varios pasos, varias escalas, después de dormir o abrir las piernas en lugares inadecuados; cuando quiera, como quiera, con quien quiera. Quiero poder, quiero eliminar las opiniones que técnicas, pretenden ayudar.
Hablar de regalos que traen recuerdos de deseos que todavía no enmarco en imágenes no se ve muy bien. ¿Mejor esto que vivir de recuerdos enmarcados como lo hacen niñas de esa clase -impotente ante su objetivo: traer la historia, el arte de manera más fiel por hacerlo en francés- que sólo logran ir y volver con algo más de acento, con más mundo enmarcado en los mismos dedos? Uhhh, cómo evitar desencadenar en esto: la leve sensación de estar quedada, de necesitar aire.
No se evita. Leo “Les chansons de Bilitis”, las letras que tengo de Francia, la tarea, experimentadas de manera incompleta acá y sin conciencia alguna. Así no vale.
-Usted podría?- preguntamos.
-No sé. Sería extraño, no sabría cómo... la posición...
-Claro, usted es un hombre, no? Dicen que es más difícil...
Bueno, siempre hay propuestas "indecentes". Sólo falta voluntad... también falta tiempo para escribir y leer, tiempo para (no) perder…
____
-Esto es una cochinada... me hacen perder el tiempo y pago demasiado. Sólo hay profesores extras...
Pienso que la cosa no es de profesores. Además, es una lástima quejarse tanto, reconociendo claramente lo que le incomoda, y seguir ahí.
-... jajajaja, no siga más.
-"No estoy siendo útil".
-No se preocupe, Hegel dice que...
-"...tranquila, no es necesario justificar la inutilidad y el gusto de leer cuentos y escribir este tipo de cosas con utilidades futuras. Me siento... es algo más simple que las predicciones de las que me habla".
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Quiero cuentos, cuentos y poemas.
Entre tensiones me muevo, entre puntos suspensivos me pienso, entre mis dedos veo y siento, lo juro.

domingo, 9 de agosto de 2009

Suckmykiss

Hace dos días he pensado en violar el “espacio vital” de la gente de Bogotá. Acá es tan fácil sentirse amenazado si alguien habla muy cerca y de repente, mucho más si llega a haber contacto físico. Entonces, lo que quiero hacer es darle un pico a una persona totalmente desconocida y hacer como si nada hubiera pasado ante los posibles reproches de invasión. Espero publicar los videos o fotos del experimento, las pruebas de lo que pase. Ya verán, alguien me va a ayudar.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Es paloma, si bien no recuerdo.

Bogotá ha cambiado. Me escupe todos los días, de a poquito, no deja que esté seca. Nunca. Si me lavo las manos, no deja que las seque y si dejo de lavarlas, las moja sin que me de cuenta.
Si su cielo escupe, su gente quiere ser más cálida. Creo que es la forma en que esta ciudad encuentra el equilibrio que uno solo reconoce cuando logra llegar a un lugar, a la cajita del hamster o de fósforos... mejor fósforos, mucho mejor vivir en una caja de fósforos.
Entonces, se da cuenta que hay un equilibrio. Me doy cuenta también, que esta es una ciudad de roces.
Hay roces cuando maldigo constantemente, cuando miro feo primero, para dejar de mirar después, cuando camino tratando de mantener el equilibrio, cuando, sin darme cuenta del error, miro demasiado, con detenimiento (no necesariamente con asombro) a la cara, a los ojos de cualquiera; cuando no me gusta lo que me dicen y reacciono de manera brusca y no levanto el pulgar sino el corazón y me da miedo y camino más rápido...
Un lugar donde todo se toca, se roza, un lugar donde, sin necesidad de intimidad se intercambian fluídos; sin necesidad de palabras, se comparte el aire que caliente parece haber salido de una boca, que inexistente, estuviera hablándole cerca y de frente; donde llueve si hablan y la mano, a la que nunca le dejan estar seca, trata de esparcir bien la saliva; donde sin una voluntad expresa de los participantes, estos pueden (de hecho lo hacen) ponerle la ingle a alguien más en la cara.
Donde se sonríe sin dientes para no dar papaya de que se los roben.
Si eso no es rozar, "pasar tocando y oprimiendo ligeramente la superficie de otra o acercándose mucho a ella", si estar en Bogotá no es rozar los sentidos, rozar todo lo que le enseñaron, rozar el significado mismo de intimidad, pudor y estética, entonces supongo que tendré que pasar al ejemplo de probar algo ensuciando uno de los dedos para llevarlos a la boca, hasta sentir la lengua.

martes, 28 de julio de 2009

Entre menos quiero, más me ofrecen.

Despertada, levantada, arreglada... andate ya, que llegas tarde. -"Te quiero, gracias por todo". Puede ser que no la vea en meses...
Salgo de inmediato, llego tarde.

Me reciben en las escaleras con un abrazo; sincero él, sincero el abrazo. Entro, me siento, hoy es día de regalos, de que el resultado de veranos insoportables me empapen la cara y los ojos, la boca (demasiadas visitas lo hacen cada vez más asqueroso).

Llegué, entré. Incapaz de ser coherente y llevada por subjetividades decido evitar mirarla para que no interprete mal la falta de dirección que tienen mis ojos cuando buscan el vacío, trato de evitar que se encuentren con los de ella para tener que sonreír como respuesta a la mueca que veo producto del reconocimiento... supongo. Después de fracasar en eso que me proponía, empiezan los comentarios que creyéndose pícaros o coquetos, casi que prohibidos, salen de la boca con la risa tímida propia de alguien que atraviesa el desierto hace mucho tiempo, y los tipos, que resultan ser el agua, no quieren ni escupir. En fin... "Dios le da pan al que no tiene dientes", una baguette seguramente...
-Os sentirás mejor cuando la sensación de pícara no sea lo único que os llene...
Se acaba, se mantienen las distancias con los ojos y las risas (las manos que en tercero me enseñaron, son inútiles acá, o por lo menos muy directas, a nadie le gusta eso). Salgo y pienso: ¡Qué verano en el que está!, recuerdo la respuesta:
-"En verano estamos todos" . Antes de responder empecé a sentir algo en la pierna, sentada o parada, siempre creo sentir algo, incluso ahora y no solo en la pierna, el celular me queda mal y entonces claro, tiene razón, en verano estamos todos...
Café? No, negro, blanco a veces. Muchas ideas, en un principio inconexas y regadas, se ordenan cuando el objetivo se hace más claro, cuando pregunto por uno de los temas: las relaciones de pareja, pensando en alguien más. Sorprendida: entre menos quiero, más me ofrecen. No, gracias.
Exitosamente social... alguien distinto... no pienso cambiar... sentimientos hacia usted... ahhh: entre menos quiero, más me ofrecen. Explicaciones predecibles, las de siempre, imaginación, falta de experiencia; todo se reduce a la inapetencia, lo cual no me saca de esa estación desastrosa en la que estamos todos. "En verano estamos todos".
Sí siento, aunque no de la manera que esperan. Entre más saben, más injustos son, más racionales, con más información, más descarados e hirientes... más cobardes. Más escriben y más hurgan entre mis entrañas buscando algo que justifique el dolor propio, la mala fortuna de no tener lo que quieren, buscan un reemplazo a su dolor, el mío, el malestar, las ganas de vomitar. Bueno... la venganza: no dejar dormir, no tranquilamente; no dejar soñar, no con lo que quiero; no dar la cara, hacer el daño y correr. Muy bien!
Almuerzo. Siempre se pasa rápido, el tiempo, pero siempre es suficiente para sentir el vacío cuando te devuelves. Gracias por las cobijas, los brazos, el jabón, por soplar el polvo que a veces ahoga; gracias mil por las madrugadas, las 2, las 3, las 4 a.m.
Me despido, y mientras me devuelvo en la lonchera, se abre ante mis ojos, a través de ese vidrio que permanece sucio, no sólo una cuadra que desconocía: carrera 14 con 22, sino piernas, manos y bocas. Para contrastar, alguien cierra un ojo si alguien pasa lo suficientemente despacio, para poder vender bien la mercancía. "En verano estamos todos".
Las uñas rosadas y largas, las cejas delgadas, las faldas diminutas en las que se esconde, sin que descifre aún cómo, lo que realmente los avergüenza.
Se decide entre 2 opciones, a veces parece que el azar es el que decide y entonces usted crece, si tiene suerte, como el modelo de su género; sino, decide salirse del modelo para ser el del otro lado o simplemente decide quedarse en el limbo () sin que ningún modelo convenza.
Trata de hacer uno, el propio, y despertarás interpretaciones obvias. Interpretaciones que nada mostran... No importa.

jueves, 16 de julio de 2009

Con ganas de vomitar...

Calma, calma, duerma de lado y verá cómo no se ahoga, cómo no se muere ni se las traga, sino que vive y las acompaña.
Día de hastío, hastío físico. Me siento rara, despierto con el sueño entre las pestañas, lo que (creo) impidió que pudieran hacer parte de mis recuerdos; por eso no habrán descripciones de este tipo.
Salí, compartí, esperé un rato, abracé, volví, leí, leí lo que me prestaron, leí los concejos de muchos que sólo uno se atrevió a hacer tangible, alguien que no esperó a que me decidiera. La tarde tomó tintes distintos a los de la mañana. Después de la carne que en reversa pasó por mi garganta, se me entumeció la cabeza. Para contrarrestarlo dormí sobre mis manos, mientras dejaba el libro abierto, mientras recordaba aún las palabras que había dejado “…piernas abiertas…”. Duermo a ratos entre las hojas que quiero acabar para encontrar como excusa de entrega, un nuevo encuentro, uno de los pocos que quedan. Los libros, las letras han logrado que después de un rato de seguir su ritmo, me pierda, me sienta caer con la portada como único soporte. Las páginas crecen o yo estoy un piso más abajo. Es interesante, pero dejo de leer y no voy más allá, no me caigo, no me hundo, no me suelto de las páginas. Dejo de leer un rato y pienso sobre lo que acaba de pasar, pienso en una comparación válida. Comparo entonces, el hormigueo de las manos, de la cabeza, la sensación de estar un peldaño arriba mientras me caigo, comparo la sensación de las extremidades cayendo al suelo presas de la gravedad y de mi voluntad extraviada, con la de fumar sin llegar al vicio. Es mejor el primero, aunque menos sano por ser más duradero. Vuelvo a leer. Entre letras, lagunas y ambigüedades propias trato de explicar lo que veo, veo una caja de fósforos delante de los libros. Veo, después de tomarlos, a los fósforos, lo que escondían: media cajetilla de cigarrillos. Nadie fuma acá, a veces yo y no acá. Además, nunca compro tantos a la vez. Empiezo a dudar de los despojos de lo que hago. Puede que haya sido yo, puede que me los hayan regalado…. Una pista! Recuerdo a alguien encontrando unos en el piso y guardándolos dentro del bolsillo que queda dentro de la chaqueta. Primera conclusión: no fui yo, no tengo de esas chaquetas, miro la que llevo puesta y no, aún no coso el bolsillo que impedirá que me roben mientras camino hacia la 19 por la séptima. Segunda conclusión: fue un hombre, las chaquetas con bolsillos secretos las hacen para los hombres.
Me siento mejor, no tan perdida, tengo los dos extremos de algo que debe tener una secuencia. Primera escena: regalos que, tirados en la calle, alguien guarda dentro del bolsillo interno de su chaqueta. Segunda, tercera, cuarta… de alguna forma se olvida en la primera escena (variedad de posibilidades). Epílogo: el regalo vuelve a hacer parte de la panorámica de este día y trata de reconstruir su camino, imagino que para justificar su fin. Imagino que lo que quieren es perderse en mi boca, pero seré sincera, tengo que decirles que me cansé de las lenguas. Mala suerte, sincera. “No me sirve sin lengua”. Sin pistas, tienes el final, y la parte de un libro que lees, que se cola en tu realidad. Tienes a Emma y a Charles, tienes secuencias distintas. Tienes un principio ajeno y un final que se cola en tu espacio, tienes...
-¡¡Shhh!! tengo una cabeza que me juega sucio. Además, como colador he decidido... mmm, he decidido sentir, ser atravezada, meter el dedo, a pesar de la resistencia de lo estático, como si fuera una aguja; también he decidido abrazar, sobretodo abrazar.

Construyendo secretos de 2: Introducción.

No hay ningún sueño que narrar y describir para mantener las imágenes, cada que yo decida releer, dentro de mi cabeza. Cuando eso pasa no pienso en las imágenes que el otro puede crear a partir de las palabras que yo uso como referente de lo que acabo de ver con los ojos cerrados; hoy no pasa eso, no hay descripciones de sueños, no hay masturbación en curso. Hoy describo lo que en frente de varios ojos, necesita una justificación, una causa, las palabras más pertinentes para dar explicación a mi errante boca, que creyó oír, siguiendo concejos y que creyó razonar al buscar causas; todo para dejar de estar seca.
Alguien dijo que siempre escribía en clave. Con el tiempo y con entradas como ésta sabrá por qué lo hago (espero), entenderá por qué, a pesar de ser público todo lo que queda en esta página, es divertido y necesario utilizar las palabras no sólo como puente que comunica las partes (indiscriminadamente), sino como puente entre partes, que aparentemente han compartido la sensación, la situación que justifica cada palabra. Es decidir describir de manera menos egoísta un sueño del que no sólo yo hice parte.
Casi siempre la introducción es más larga que el contenido, pero bueno, cómo no iba a ser así cuando trato de darle sentido a las avergonzadas palabras que se esconden detrás de los dientes. Avergonzadas, pero muy bien intencionadas… dejan el anonimato de lado y escogen otra manera de ser, sin importar el no reconocimiento o incluso el simple desconocimiento de ellas; solo se lanzan al aire y se convierten en trinidad, quien naciendo dentro de una caja, fue incapaz de volar más alto de lo que ahora estas se proponen: indulgencia.
No sé si soy sólo yo quien se siente mejor, aliviada, feliz de que mis constantes errores no me cuesten relaciones importantes, no me cuesten el vacío de alguien a quien quiero. Se lo agradezco.
Sería más fácil aceptar lo que usted ya dijo después, que todo había sido su culpa, que usted fue quien dijo las palabras hirientes que hicieran que después yo no lo quisiera voltear a mirar y me fuera, tratando de entender lo que había pasado, y que ya tarde (como siempre), en la cama tratando de dormir, pensara en un abrazo como mejor despedida, cosa que pensé sólo al tratar de darle algo de estética a la situación que real, me parecía grotesca y que simplemente, me sofocaba.
Sería más fácil, pero afortunadamente he aprendido a desconfiar de todo lo que merezca este adjetivo. Bueno, menos de las risas que fácilmente se desangran de energía, en esas confío; tampoco desconfío de la felicidad que sin pedir permiso me invade gracias a alguien más; ese tipo de facilidad me encanta. Confío en la facilidad con la que se puede conocer a las personas si dejas de esperar algo determinado de ellas, desconfío de lo que regalan en las calles de manera material, desconfío si alguien me guiña un ojo en una esquina de Bogotá; pero confío, confío ciegamente en que alguien me mire a los ojos, a uno sólo, pero con los dos, dejando de buscar lo que para mí no significa nada.
He pensado en decirle muchas cosas, pero hombre, si me enredo tratando de contar un cuento de niños, no me quiero imaginar cómo sería con lo que se ha venido presentando, en mi cabeza. No sé, supongo que el pasado próximo sigue estando demasiado fresco para que haga parte de una anécdota oral o escrita... supongo que "decepciono al público", pero no será así después de que llegue el señor viento...

sábado, 27 de junio de 2009

"Puño de arena"

[También usted apareció por acá y fantasmalmente me recorrió el miedo de demostrar demasiado, de arrepentirme si se acerca, de cagarla si intento acortar distancias por medio de palabras que podrían convertirse, Dios no quiera!, en las babosadas que puteo]

viernes, 26 de junio de 2009

Done!

Con los ojos más chiquitos me dice que nunca dejaría que yo sufriera, cuando viviendo un pasado que alguna vez quise cambiar, le cuento sobre el futuro.
De nada sirvió, no cambiaba el pasado, sólo le daba los elementos para que pudiera entender lo que iba a pasar después, y supiera esperar.
Naah! maldito sueño en el que tratando de lavarme las manos, me mojo toda, y en el que corriendo para no quedarme atrás me resbalo y veo plieges desagradables

jueves, 25 de junio de 2009

Abre los ojos.

¡No más, pará! Me bajo los pantalones, me quito la ropa, toda, me da escalofríos. Busco causas ajenas a la verdadera que me hagan menos vulnerable. Lo soy toda ahora, completamente. Mientras me desvestía, me preguntaba si debería o no escribir sobre esto que siento ahora. Tengo frío, y muchas ganas de llorar. A alguien le había dicho que dejar de hacer reproches y de esperar que el otro llene nuestras expectativas es tortuoso. Hoy, más que todos los días, lo es.

Nada, nada en mi correo, en ninguno, nada, así, solito. Creo que es más difícil encontrarlo así, sin nada suyo, cuando no hay nada que garantice que tiene acceso a internet. Hoy lo vi, ahí, tanto tiempo, todo, esperando que estuviera escribiendo algo, 2 líneas, lo que sea, esperando que el cuadrito azul saliera por una de las esquinas para poder leer que estaba bien, aunque ya lo sé por otras fuentes que son demasiado públicas. Supongo (no quiero creer que es así) que lazos de sangre son los únicos que merecen respuestas continuas y permanencia en el tiempo. Que los lazos que las personas creamos, de manera más voluntaria, no valen lo mismo, casi nada, porque no hay eso, ese líquido rojo que ligue los recuerdos y les de la importancia necesaria. Podría ser, podría ser también el hecho de querer olvidar ciertas cosas, de cambios irremediables o de incompatibilidades… qué sé yo?

Además, como todas las sensaciones humanas, ésta es irracional e injustificada, demasiado fuerte e incontenible para ser explicada satisfactoriamente. Hoy debería estar contenta, y no llorando en silencio, secándome las pocas lágrimas que logran vivir y odiando el sonido que estas teclas hacen. Debería, porque hoy estuve una tarde entera sentada en un estadio esperando horas a que empezara, esperando que nos fuera bien, esperando el momento en el que se tensionaría el cuello y gritaría y abrazaría incluso a desconocidos por la emoción que desde siempre me ha dado ver cómo hacen un gol. Es la final, es mi equipo, pero no, no es lo suficiente para parar esto que se me vino encima.

Y el infierno sí está lleno de buenas intenciones, y no creo que haya mayor crueldad que la no intencionada, la inocente, como sé que es la suya, porque es la culpa de la víctima (quizá exagero, es lo más seguro), en este caso, yo y mi terca cabeza que fabrica sueños deliciosos y le permite vivir a una esperanza que debió morir hace mucho. La muerte fue benévola y la dejó agonizando en un estado mediocre de consciencia? No sé.

Siempre me imaginé un encuentro, sabe? Algo en el aeropuerto o en un parque, o en la avenida Santander, no sé, cualquier lugar; algo además bonito y emotivo, algo muy feliz. Ahora me cuesta escribir, pensar y mucho más decir que tal vez no haya uno, nunca, que tal vez esta relación nunca tenga la posibilidad de tener momentos interesantes y no incómodos. Ahora pienso que ni siquiera lo voy a poder abrazar como siempre quise, porque no creo que los brazos estén abiertos, realmente abiertos, y no como exigencia de la cortesía.

Me dan miedo los hombres buenos señor, creo tener a los “malos” controlados, a los enredadores y perros. Esos tipos me tienen sin cuidado, nunca me he interesado por uno, siempre trato de no hacerlo, porque esos siempre le caen a cualquiera. Siempre que me toca el turno, porque nadie parece salvarse, soy grosera, pero sólo porque intuyo que la mitad de lo que dicen es mierda y pues mi oído queda cerca de mi nariz, que aún funciona.

A los hombres buenos (permítaseme el maniqueísmo por favor, consecuencia de la situación y de mi historia llena de experiencias ajenas…), los conozco de a poquito, si buscan algo más, por lo general les toca esperar mucho (no tanto), sin la garantía de que su espera tenga una recompensa medida en litros de saliva.

Y bueno, el tiempo, el tiempo que hace cosas que nunca creíamos posible, permite que esas relaciones empiecen a nutrirse de confianza y afecto. Todo poco a poco. También resulta una coincidencia que sean pacientes, aunque realmente creo (porque siempre consiguen novia) que permanecen ahí por otra razón, más que los fluídos iniciales que imagino todos buscaban. Eso es bueno... veremos qué pasa, son personas que logran crear situaciones bastante agradables, me aferraré a eso y a las demás que simplemente son un regalo diario... Bueno, usted es un hombre bueno para mí, demasiado bueno tal vez, para mí. Porque al silencio que tanto alabo, hoy le toca azotarme, a manos suyas, o mías.

Y era algo que ya sospechaba, después de todo, le conté que gracias a su amigo tomé un tour virtual, y lo vi a usted y a su maleta roja. Espero le haya agradecido a él por permitirme, aunque sin querer también, verlo, eso fue algo de lo que le escribí antes de que apareciera la posibilidad de una respuesta y yo la esperara tan ansiosamente y construyera una bolsita de tela, o un baúl para atesorarlo, como cada palabra suya que atesoro desde hace mucho. Ahora, bellamente construidas, las desprecio por estar vacías, las desprecio por ser yo quien las construyó, dejándome llevar por las peligrosas expectativas que aún intento dejar atrás. Es difícil, no me culpe.

Y ahora, calmada y ahogada, porque a mi nariz ya tapada se le dificulta respirar rápido, como necesito respirar ahora, creo que tengo (no, sólo tengo que morirme, porque sí, sí he visto a los muertos volver), debo hacer algo con esto. Con todo lo que ya le dije, con todo lo que sigue dentro, con todo, qué toca hacer? Lo boto acaso? En qué basurero? Ignorancia, tiempo, clavos, esperanza secreta? La última no, demasiado violenta para ver los resultados, contar los muertos y volver a la guerra sabiendo que no hay nada nuevo (perdón, pero hoy quiero ser así de rígida, sin azar que permita que florezcan hipótesis, estoy cansada de mis hipótesis… siempre erradas!). Ninguna me convence…

“Laura, usted tiene un conflicto”. Cierto. Nunca me decidí a ir donde un especialista. No quiero a nadie juzgando mi obvia irracionalidad, no quiero a nadie diciéndome qué camino debo tomar. Esto me toca a mí, sin imperativos nutridos de diplomas. ¡No más, pará!

Volví al comienzo?. No, vuelvo de nuevo a construir enrredaderas con otro destino... gracias por el consejo.

domingo, 21 de junio de 2009

¿Quién más tiene miedo de sus sueños?

Después de describirlos indiscriminadamente, e incluso se podría decir que de manera fiel, hay unos que sólo quiero ahogar por ser tan enfermos... empiezo a sentirme como el proyecto al que no le hemos encontrado imagen aún. Demasiado líquido rojo, demasiados dedos que parecían salirse de sus manos. Mantengamos la calma dejando que hormigas se paseen por los dedos, reduciendo la sensibilidad hasta el punto exacto donde aún impido que ruede y se apague.

Conociéndome masoquista...

Hoy, día de flores y rocíos artificiales que permitirán que la estética del conjunto de fechas y un nombre, permanezca por la semana que pasará, decente. Todo, para que pueda volver a ser invocado por miles de palabras rápidamente dichas que esperan una respuesta. Todo controlado, todo como constructor de recuerdos de infancia que vuelven a la mente en varios sentidos: lo que han aprendido porque alguien más lo quiso, o lo que hace parte de ellos por situaciones que solo ellos quisieron hacer eterna a través de su meticulosa memoria.
Día también de felicitaciones, demasiadas para mi gusto si alguien pregunta. Nadie lo hace, no es necesario. Dejémoslo así, felicitaciones que abren y cierran comunicaciones instantáneamente, que ni siquiera permiten que a ese intercambio de palabras se le llame comunicación. Gracias. Feliz. Adiós. Así fueron las cosas. Regalos, silbidos, iglesias antiguas con video-vin y presentaciones en power-point del evangelio.
No sé qué hacer cuando estoy en una iglesia, cuando estoy dentro porque decido dejar de lado lo poco que empiezo a pensar sobre Dios, la iglesia, instituciones, descanso eterno o pecados, y acompaño a alguien que me importa, mi papá en este caso, entrando ahí. Bueno, después de tomada la decisión normalmente resulta más difícil ponerla en práctica. Entonces entro, miro a la gente, al señor que se para al frente, al que hablará por los próximos 30 minutos, busco un lugar y me siento. Trato de "detectar", las acciones que convertidos en patrones habrán de traer a mí el recuerdo del colegio, cuando el padre Jorge me oía y me gustaban las misas, aunque siempre haya perdido religión e incluso haya puteado privada y públicamente a la profesora que admito, era una especie de santa (en el sentido estricto de la religión cristiana, se podría decir que alguien muy obediente y algo aburrida).
No fue tan difícil, era cuestión de parase, darse la bendición, repetirlo; arrodillarse, pararse… bueno, es casi un ciclo sin variables hasta que personas se disponen a pasar entre nosotros los oyentes (generalizar a veces da crédito a quien no lo merece. Vi cómo gente se iba quedando dormida durante la “presentación”), con bolsas vacías para volver al altar con éstas llenas. Bolsitas oscuras que suenan para que los creyentes se percaten de la presencia de la alcancía de tela, que suplirá, como ya lo había dicho antes el señor del frente, las necesidades, las de la iglesia en general. No tenía plata, no colaboré. Acepto que hubiera pensado más de 2 veces, seguro muchas, las suficientes para que el turno se hubiera pasado, entre colaborar o no. Todo ese tiempo pensé en lo que hacía casi de manera automática, entre seguir o no, entre respetar a medias o desconectar las razones de la lengua que incansablemente se movía, entre acompañar o simplemente seguir el instinto que torpemente insiste en detener las palabras, en sacarme de ahí, en pensarlo mejor y no dejarlo morir…
Hoy pensé en ese padre, Jorge, sobre todo cuando era momento de comulgar, pensé en lo difícil que sería volver a hacerlo con un extraño que utiliza sus juicios e interpretaciones como imperativos de mi vida. Sobre todo después del desastre entre razones y acciones, que incoherentes pertenecían al mismo tiempo, las cuatro de la tarde, y al mismo espacio, mi cuerpo. La última vez que lo vi, le desnudé mi alma a través de lágrimas que interminables se paseaban por el sofá en donde me sentaba, a través de palabras que pretendiendo conectar pecados con hastío se metían en sus ojos, sobre todo por sus ojos, que verdes respondían con imágenes propias del ardor, del incontenible cambio de seco a húmedo. Supo responder de tal forma que la conversación siguió fluyendo, aunque sin necesidad de muchas palabras, se compartieron las lágrimas, los sentimientos que aprisionaban el alma y un chocolate que después me comí sobre una mesa de madera, dentro de un ambiente que trataba de recuperar pero que inevitablemente había cambiado. Cambiado demasiado para seguir con mi idea de restauración y recuperación de imágenes y lugares.
Pero qué sería de esta entrada si nisiquiera escribo sobre la supuesta festividad de hoy, que entre otras cosas solo juzgo comercial? No sería nada si no aprovechara la excusa que alguien más inventó para agradecer al bizcocho de naranja su existencia. Aunque definitivamente no por ser lo que permitió la vida, la mía, biológicamente hablando, sino porque ha sido capaz de enseñarme el significado de algo tan importante como el silencio. Agradeceré la enseñanza de situaciones llenas de vacío, e incluso así llenas de significado a través de experiencias que se agolpan en hojas que implicitamente escribo gracias a los 2. Pero que hoy agradezco a ti especialmente.
Recordé también hoy, el día que murió el abuelito, tu papá pa... recuerdo que después de ver cómo lo enterraban, después de presenciar el drama que supone el comienzo de una pérdida, de un duelo inesperado, nos sentamos en la mesa, a comer. Yo te miraba de frente, imaginando cómo podría yo sobrellevar el hecho de que estuvieras dentro de un hoyo sin la posibilidad de recrear nuevas situaciones, nuevas conversaciones que implícitas eran capaces de formar un diálogo jugoso.
Recuerdo pues, que pensando en esa posibilidad, lloré nuevamente (ya había dormido sobre lágrimas y también babas secas después de la noticia), lloré de miedo, lloré aterrada al imaginar que el dolor de perder al abuelo sería doble si te perdiera a ti.
Momento que me ayuda a reconstruir nuevos recuerdos de la joya que representas... te quiero.

jueves, 21 de mayo de 2009

Reconstructive.

Qué puedo sentir? El regalo estaba hecho desde hacía mucho tiempo, pero hasta ahora me pregunto si lo entenderá, si lo decepcionará la ambigüedad en la que caigo tratando de madurar a palos. Quisiera que me describieran con muchos detalles, sin que se escapara el más mínimo de la escena: qué pasó antes, durante y después, cuando lo abrió ya sólo, en su cuarto… trataré de recordar lo que iba en ese sobre manchado de colores que mis dedos torpes habían tratado de organizar creando letras en orden donde se entendieran palabras que nunca fueron fáciles de decir y aceptar en esta auto terapia en al que me mantengo. Iba mi cabeza, se la mandaría por partes para hacerlo menos doloroso, pero más trágico. Cómo? Alejando el final de a poquitos para no dejar de aferrarme a la esperanza que aunque dice que no es saludable, permite que yo siga aquí riéndome y siendo feliz a raticos. Usted lo sabe, a mi me emocionan las cosas simples, me hacen feliz tan fácil… y poderlo compartir, bueno… eso solo mejora las cosas. “fue discreto y lo guardó… lo vi entre asustado y emocionado” me muero por transcripciones como estas que describan lo que ahora está pasando. Lo más probable es que no aparezca ante usted más que como una carta de un niño de transición que no quiere a sus papás porque utiliza citas y que ciertamente no tiene habilidades en el arte. Pero después de haber pensado en muchas cosas, lo único que hice fue sellar eso, mucho, porque solo era para usted, junto con el vacío que sentía en mi estómago y las imágenes ante mis ojos, para mandarlas en manos ajenas pero confiables, hacia las suyas, esperando ser de alguna ayuda. Hay mil cosas que podrían haber sido, fotos, cartas interminables, dibujos, videos… No recuerdo ahora si la otra herramienta la metí en el sobre, creo que no, pero sigue siendo importante, un cigarrillo, el acompañante de ese regalo no puede ser distinto a algo que se consuma después de prenderse, tan rápido como eso. Creo que al comprarlo para meterlo dentro del bolsillo, decidí fumármelo yo… y era lo mejor, debía calmarme… algo, para poder cerrar sin que se dieran cuenta de la cinta y las mil cosas que tuve que hacer para cerrarlo sin echarlo a perder. Ahora no sé, si estaba echado a perder desde que lo pensé…. Por ahora, solo quiero esperar a que algo más benévolo que las posibilidades que visualizo tomen lugar allá lejos donde ya no hay luna. Hoy, justo hoy me dijeron que lo único que puede hacer, quien da un regalo, es llegar hasta ese punto, darlo y ya. Sin esperar que lo entienda, que lo guarde o que atesore lo que usted ya atesoró creándolo… y bien, creo que mi trabajo ya había finalizado hace tiempo entonces, es su turno-… déjeme saber cuándo vuelve.

viernes, 8 de mayo de 2009

Entre menos espacio tenga para escribir, menos palabras se perderán por falta de una red en forma de sobre manipulada por una mano ordenada. En el mejor de los casos, se espera que la mano no sea un hoyo negro que trague incluso lo que ya ha domesticado.
¡Maldita sea!, mi libro, el de mi papá, mi principito.
¡Fuck you water, you didn't help!

miércoles, 6 de mayo de 2009

El cuento de la VIuDa

Iuliana era una mujer débil según decían, lloraba mucho y su útero no había albergado ser humano más que por dos meses. Después de ese tiempo siempre sangraba de tal forma y durante tanto tiempo, que las sábanas tenían que ser cambiadas por la criada cada que las campanas de la iglesia sonaban, para impedir que manchara el piso, que después tendría que limpiar. Las dos semanas siguientes, cuando todo había sido expulsado de su cuerpo, dormía un día entero, tal vez dos, pues la sangre nunca llegaba sóla, siempre con dolores tan profundos que gritaba y lloraba, sudaba y susurraba confesiones que nadie entendía.
Cuando recuperaba el color de sus mejillas blancas, iba a la iglesia que le había permitido tener noción del tiempo mientras moria lentamente (siempre decían que no sería capaz de levantarse de la cama), recordándole cuándo alguien entraba para limpiarla. Se confesaba, susurraba, rezaba con los ojos cerrados y con sus manos sobre la boca. Decían que siempre pedía a Dios que le diera un hijo, para honrrar a su esposo que tanto había hecho por ella, o que la matara. Pero esos sólo eran rumores, pues nadie realmente sabía lo que los sus rezos pedían desesperadamente.
Su esposo, Fortunio, la conoció en una taberna. Ojos negros, llenos de tristeza, resignación y lágrimas que miraban al vacío. Siempre se distraía fácilmente. Era elegante y bella a pesar de su vestido y la pintura de su cara. No encajaba en el ambiente de mozas y borrachos, que hacían del amor algo tan sucio. Fortunio se sentaba y la veía toda la noche, como hipnotizado por su rareza. Cada que la miraba fijamente, sentía que el tiempo iba más lento y todo era más bello, más soportable, incluso en ese antro que olía tan mal.
Solía soñar con ella, teniendo una familia de numerosos integrantes (siempre había querido tener muchos hijos, pues sentía que así prolongaría su existencia), pero las peleas que se formaban en la taberna, o algún grito demasiado sutil para el ambiente, lo arrancaban de su mundo para traer a su mente la obvia pregunta: ¿Qué hacía una mujer así en un lugar como ese?. Nunca supo, nadie sabía más de lo que él ya había visto, era una mujer sóla, una moza de mesón que estaba reservada a hombres adinerados, ya habían bastantes para los tipos corrientes, que poco o nunca entraban a un sitio así, seguramente porque nadie sabía aún la joya que se escondía allí, una joya realmente hermosa. Esa información era suficiente, ya no importaba saber más que eso que era el presente que él veía repetirse cada día, pues había decidido hacerla su mujer, se la compraría al tabernero, el comercio, que era un negocio fructífero, le permitía darse esos lujos. Además, pensó que hacía una obra de caridad con la pobre mujer al mostrarle un mundo más decente, también pensó en la suerte que le había traído un pasado miserable, pues de otra forma no la habría conocido.
Finalmente eso hizo, a ella su mujer, al tabernero alguien moderadamente feliz y a sí mismo alguien afortunado.
Así había empezado el matrimonio entre Iuliana y Fortunio, quien veía cada vez más difícil realizar su sueño. Iuliana no parecía feliz, nisiquiera un poco más de lo que era en la taberna, y los tantos hijos que había querido, parecían un imposible que además, amenazaban la vida de la hermosa mujer, que admiraba y quería a pesar de todo.
A Iuliana le gustaba leer, escribir también. Leía cartas y escribia recuerdos, razones y justifcaciones. Todo muy íntimo, tanto que siempre las llevaba consigo. Aveces se la veía llorando sobre esas letras, queriendo terminar de escribir unas inútilmente porque la tinta nunca se secaba a tiempo y siempre las inundaba y las volvían tristes. Le gustaba la lluvía también, le gustaba mojarse, siempre decía que le traía gratos recuerdos, pero nunca decía cuáles. Se mojaba cada que podía debajo del cielo, depronto para que las lágrimas se confundieran con el agua de San Pedro.
Parecía que todo en Iuliana siempre sería un acertijo, pocas palabras dejaba escapar de su boca al igual que pocas sonrisas reales, pocas huellas en ese territorio que pudieran decir algo de su pasado, algo más allá de la taberna.
Un día soleado mientras escribía fuera de la casa, sentada en la tierra, vió a lo lejos a un caballero que al acercarse se le hizo familiar. Era su hermano, se llamaba Eizac y la había buscado desde que su padre había muerto, 6 meses antes, quería informarle que ahora se encargaría del feudo y que a diferencia de su padre, él la quería dentro del castillo, con él, viviendo como siempre debió haber sido. Iuliana estaba desconcertada, no entendía bien todo lo que decía Eizac, se preguntaba si después de tanto tiempo, algo podría volver a ser igual. Pero no habló, sólo logró abrazarlo muy fuerte y llorar sobre su hombro, todo sucio y sudado.
Eizac había sido siempre su confesor antes de que su padre la expulsara del feudo por irreverente e indigna, después ese lugar fue ocupado por alguien ajeno en el campo, un párroco. Cuatro años habían pasado desde eso, se sentía extraña, como viajando al pasado, pero siendo sólo una observadora. Eizac le contó que su padre había cambiado mucho, que al parecer el remordimiento, el orgullo, el honor y su amor, se confundían dentro de sí y le traían espantosas pesadillas que dibujaban en su cara, oscuros trazos debajo de sus ojos. Pero Eizac parecía estar describiéndose a sí mismo y no a su padre, pues era él quien tenía alrededor de sus ojos irritados, oscuros circulos. Iuliana calló y escuchó a su hermano, quien por medio de las palabras se disculpaba y limpiaba su alma:
-Traté varias veces de convencer a nuestro padre de que desistiera de desheredarte, todo fue inútil. Sabes que me habría ido con tigo de no haber sido por su amenaza de quitármelo todo, teniendo yo un hijo y una esposa que no podía dejar desprotegidos, quedando todo lo que nos pertenece, en manos de alguien más, creí que eso era más inteligente, esperar, rezar por ti, y buscarte después. Lo siento mucho, no sé todo por lo que habrás tenido que pasar, creo que moriría si lo supiera, me carcome el alma... no he estado tranquilo pensando en eso... me he sentido como un cobarde todos estos años...tu eres mi hermana...(Sus ojos irritados se sanaban por medio de lágrimas ahora) quiero que te vayas a vivir en nuestro castillo Iuliana, que cures tus heridas allá, porque sé cuáles son, sé que en estos cuatro años nada las supera ni las cicatriza.
Iuliana mientras que con sus manos limpia las lágrimas que bajan por sus pecosas mejillas sucias, le dijo:
-Eizac, no podría expresar con palabras lo mucho que me alegra verte... lamento la muerte de nuestro padre, me duele, pero no más que muchas cosas que han pasado.... yo entiendo lo que hiciste, Sebastiano estaba muy pequeño y la familia de Seisildi… apenas los siervos sobrevivían, sólo la herencia la hizo agradable a nuestro padre. Yo sé todo eso, y te perdono… y quizá lo que me propones sea lo mejor, pero estoy casada.
-Estás enamorada?
-No, yo no conozco esa palabra mas que cuando leo las cartas. Yo... yo aún amo mucho a Zaiton. Todo fue primero con él, todo fue real con él, todo lo noble que un ser humano pueda sentir por otro, eso lo siento yo por él, incluso después de la muerte, todo seguirá igual. Nada ha cambiado desde que mi padre supo que le era infiel a Sesmiro, el poderoso señor de Santiago de Compostela; desde que Sesmiro mató a Zaiton y yo, embriagada de amor y de dolor lo maté a él y me bañé en su sangre, en un ritual de amor. (Mientras hablaba cerraba los ojos, como si lo pudiera ver). Todo igual, el tiempo nada ha curado y en cambio es cruel y el remordimiento se apodera de mi, y me acerca a una iglesia. Pero nunca me arrepiento realmente, nunca rezo, sólo repito las cartas, las letras y revivo el momento. Cada 6 semanas sangro tanto sin llegar a morir… creo que eso es una pena, tener la sangre de Sesmiro dentro de mi, haberla absorbido…
Pero todos creen que soy una buena mujer.
-Lo eres. Nadie nunca tendrá que perdonarte nada. La forma como mataron a Zaiton fue terrible, no es posible que alguien sea tan cruel. ¿Aún conservas la nota que venía con Zaiton aquella noche?
-Siempre…
Y sacando un pequeño papel de entre las cartas leyó: “Pierdo la cabeza por ti, querida Iuliana.”
Esta fue la única que no escribió sobre mi cuerpo -dijo sollozando.