Hiding place

Hiding place
Hide me from any, sorry! everyone

martes, 28 de julio de 2009

Entre menos quiero, más me ofrecen.

Despertada, levantada, arreglada... andate ya, que llegas tarde. -"Te quiero, gracias por todo". Puede ser que no la vea en meses...
Salgo de inmediato, llego tarde.

Me reciben en las escaleras con un abrazo; sincero él, sincero el abrazo. Entro, me siento, hoy es día de regalos, de que el resultado de veranos insoportables me empapen la cara y los ojos, la boca (demasiadas visitas lo hacen cada vez más asqueroso).

Llegué, entré. Incapaz de ser coherente y llevada por subjetividades decido evitar mirarla para que no interprete mal la falta de dirección que tienen mis ojos cuando buscan el vacío, trato de evitar que se encuentren con los de ella para tener que sonreír como respuesta a la mueca que veo producto del reconocimiento... supongo. Después de fracasar en eso que me proponía, empiezan los comentarios que creyéndose pícaros o coquetos, casi que prohibidos, salen de la boca con la risa tímida propia de alguien que atraviesa el desierto hace mucho tiempo, y los tipos, que resultan ser el agua, no quieren ni escupir. En fin... "Dios le da pan al que no tiene dientes", una baguette seguramente...
-Os sentirás mejor cuando la sensación de pícara no sea lo único que os llene...
Se acaba, se mantienen las distancias con los ojos y las risas (las manos que en tercero me enseñaron, son inútiles acá, o por lo menos muy directas, a nadie le gusta eso). Salgo y pienso: ¡Qué verano en el que está!, recuerdo la respuesta:
-"En verano estamos todos" . Antes de responder empecé a sentir algo en la pierna, sentada o parada, siempre creo sentir algo, incluso ahora y no solo en la pierna, el celular me queda mal y entonces claro, tiene razón, en verano estamos todos...
Café? No, negro, blanco a veces. Muchas ideas, en un principio inconexas y regadas, se ordenan cuando el objetivo se hace más claro, cuando pregunto por uno de los temas: las relaciones de pareja, pensando en alguien más. Sorprendida: entre menos quiero, más me ofrecen. No, gracias.
Exitosamente social... alguien distinto... no pienso cambiar... sentimientos hacia usted... ahhh: entre menos quiero, más me ofrecen. Explicaciones predecibles, las de siempre, imaginación, falta de experiencia; todo se reduce a la inapetencia, lo cual no me saca de esa estación desastrosa en la que estamos todos. "En verano estamos todos".
Sí siento, aunque no de la manera que esperan. Entre más saben, más injustos son, más racionales, con más información, más descarados e hirientes... más cobardes. Más escriben y más hurgan entre mis entrañas buscando algo que justifique el dolor propio, la mala fortuna de no tener lo que quieren, buscan un reemplazo a su dolor, el mío, el malestar, las ganas de vomitar. Bueno... la venganza: no dejar dormir, no tranquilamente; no dejar soñar, no con lo que quiero; no dar la cara, hacer el daño y correr. Muy bien!
Almuerzo. Siempre se pasa rápido, el tiempo, pero siempre es suficiente para sentir el vacío cuando te devuelves. Gracias por las cobijas, los brazos, el jabón, por soplar el polvo que a veces ahoga; gracias mil por las madrugadas, las 2, las 3, las 4 a.m.
Me despido, y mientras me devuelvo en la lonchera, se abre ante mis ojos, a través de ese vidrio que permanece sucio, no sólo una cuadra que desconocía: carrera 14 con 22, sino piernas, manos y bocas. Para contrastar, alguien cierra un ojo si alguien pasa lo suficientemente despacio, para poder vender bien la mercancía. "En verano estamos todos".
Las uñas rosadas y largas, las cejas delgadas, las faldas diminutas en las que se esconde, sin que descifre aún cómo, lo que realmente los avergüenza.
Se decide entre 2 opciones, a veces parece que el azar es el que decide y entonces usted crece, si tiene suerte, como el modelo de su género; sino, decide salirse del modelo para ser el del otro lado o simplemente decide quedarse en el limbo () sin que ningún modelo convenza.
Trata de hacer uno, el propio, y despertarás interpretaciones obvias. Interpretaciones que nada mostran... No importa.

jueves, 16 de julio de 2009

Con ganas de vomitar...

Calma, calma, duerma de lado y verá cómo no se ahoga, cómo no se muere ni se las traga, sino que vive y las acompaña.
Día de hastío, hastío físico. Me siento rara, despierto con el sueño entre las pestañas, lo que (creo) impidió que pudieran hacer parte de mis recuerdos; por eso no habrán descripciones de este tipo.
Salí, compartí, esperé un rato, abracé, volví, leí, leí lo que me prestaron, leí los concejos de muchos que sólo uno se atrevió a hacer tangible, alguien que no esperó a que me decidiera. La tarde tomó tintes distintos a los de la mañana. Después de la carne que en reversa pasó por mi garganta, se me entumeció la cabeza. Para contrarrestarlo dormí sobre mis manos, mientras dejaba el libro abierto, mientras recordaba aún las palabras que había dejado “…piernas abiertas…”. Duermo a ratos entre las hojas que quiero acabar para encontrar como excusa de entrega, un nuevo encuentro, uno de los pocos que quedan. Los libros, las letras han logrado que después de un rato de seguir su ritmo, me pierda, me sienta caer con la portada como único soporte. Las páginas crecen o yo estoy un piso más abajo. Es interesante, pero dejo de leer y no voy más allá, no me caigo, no me hundo, no me suelto de las páginas. Dejo de leer un rato y pienso sobre lo que acaba de pasar, pienso en una comparación válida. Comparo entonces, el hormigueo de las manos, de la cabeza, la sensación de estar un peldaño arriba mientras me caigo, comparo la sensación de las extremidades cayendo al suelo presas de la gravedad y de mi voluntad extraviada, con la de fumar sin llegar al vicio. Es mejor el primero, aunque menos sano por ser más duradero. Vuelvo a leer. Entre letras, lagunas y ambigüedades propias trato de explicar lo que veo, veo una caja de fósforos delante de los libros. Veo, después de tomarlos, a los fósforos, lo que escondían: media cajetilla de cigarrillos. Nadie fuma acá, a veces yo y no acá. Además, nunca compro tantos a la vez. Empiezo a dudar de los despojos de lo que hago. Puede que haya sido yo, puede que me los hayan regalado…. Una pista! Recuerdo a alguien encontrando unos en el piso y guardándolos dentro del bolsillo que queda dentro de la chaqueta. Primera conclusión: no fui yo, no tengo de esas chaquetas, miro la que llevo puesta y no, aún no coso el bolsillo que impedirá que me roben mientras camino hacia la 19 por la séptima. Segunda conclusión: fue un hombre, las chaquetas con bolsillos secretos las hacen para los hombres.
Me siento mejor, no tan perdida, tengo los dos extremos de algo que debe tener una secuencia. Primera escena: regalos que, tirados en la calle, alguien guarda dentro del bolsillo interno de su chaqueta. Segunda, tercera, cuarta… de alguna forma se olvida en la primera escena (variedad de posibilidades). Epílogo: el regalo vuelve a hacer parte de la panorámica de este día y trata de reconstruir su camino, imagino que para justificar su fin. Imagino que lo que quieren es perderse en mi boca, pero seré sincera, tengo que decirles que me cansé de las lenguas. Mala suerte, sincera. “No me sirve sin lengua”. Sin pistas, tienes el final, y la parte de un libro que lees, que se cola en tu realidad. Tienes a Emma y a Charles, tienes secuencias distintas. Tienes un principio ajeno y un final que se cola en tu espacio, tienes...
-¡¡Shhh!! tengo una cabeza que me juega sucio. Además, como colador he decidido... mmm, he decidido sentir, ser atravezada, meter el dedo, a pesar de la resistencia de lo estático, como si fuera una aguja; también he decidido abrazar, sobretodo abrazar.

Construyendo secretos de 2: Introducción.

No hay ningún sueño que narrar y describir para mantener las imágenes, cada que yo decida releer, dentro de mi cabeza. Cuando eso pasa no pienso en las imágenes que el otro puede crear a partir de las palabras que yo uso como referente de lo que acabo de ver con los ojos cerrados; hoy no pasa eso, no hay descripciones de sueños, no hay masturbación en curso. Hoy describo lo que en frente de varios ojos, necesita una justificación, una causa, las palabras más pertinentes para dar explicación a mi errante boca, que creyó oír, siguiendo concejos y que creyó razonar al buscar causas; todo para dejar de estar seca.
Alguien dijo que siempre escribía en clave. Con el tiempo y con entradas como ésta sabrá por qué lo hago (espero), entenderá por qué, a pesar de ser público todo lo que queda en esta página, es divertido y necesario utilizar las palabras no sólo como puente que comunica las partes (indiscriminadamente), sino como puente entre partes, que aparentemente han compartido la sensación, la situación que justifica cada palabra. Es decidir describir de manera menos egoísta un sueño del que no sólo yo hice parte.
Casi siempre la introducción es más larga que el contenido, pero bueno, cómo no iba a ser así cuando trato de darle sentido a las avergonzadas palabras que se esconden detrás de los dientes. Avergonzadas, pero muy bien intencionadas… dejan el anonimato de lado y escogen otra manera de ser, sin importar el no reconocimiento o incluso el simple desconocimiento de ellas; solo se lanzan al aire y se convierten en trinidad, quien naciendo dentro de una caja, fue incapaz de volar más alto de lo que ahora estas se proponen: indulgencia.
No sé si soy sólo yo quien se siente mejor, aliviada, feliz de que mis constantes errores no me cuesten relaciones importantes, no me cuesten el vacío de alguien a quien quiero. Se lo agradezco.
Sería más fácil aceptar lo que usted ya dijo después, que todo había sido su culpa, que usted fue quien dijo las palabras hirientes que hicieran que después yo no lo quisiera voltear a mirar y me fuera, tratando de entender lo que había pasado, y que ya tarde (como siempre), en la cama tratando de dormir, pensara en un abrazo como mejor despedida, cosa que pensé sólo al tratar de darle algo de estética a la situación que real, me parecía grotesca y que simplemente, me sofocaba.
Sería más fácil, pero afortunadamente he aprendido a desconfiar de todo lo que merezca este adjetivo. Bueno, menos de las risas que fácilmente se desangran de energía, en esas confío; tampoco desconfío de la felicidad que sin pedir permiso me invade gracias a alguien más; ese tipo de facilidad me encanta. Confío en la facilidad con la que se puede conocer a las personas si dejas de esperar algo determinado de ellas, desconfío de lo que regalan en las calles de manera material, desconfío si alguien me guiña un ojo en una esquina de Bogotá; pero confío, confío ciegamente en que alguien me mire a los ojos, a uno sólo, pero con los dos, dejando de buscar lo que para mí no significa nada.
He pensado en decirle muchas cosas, pero hombre, si me enredo tratando de contar un cuento de niños, no me quiero imaginar cómo sería con lo que se ha venido presentando, en mi cabeza. No sé, supongo que el pasado próximo sigue estando demasiado fresco para que haga parte de una anécdota oral o escrita... supongo que "decepciono al público", pero no será así después de que llegue el señor viento...