Hiding place

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Hide me from any, sorry! everyone

lunes, 1 de julio de 2013

F(r)ight

Lo realmente meritorio no es no tener miedo, sino poder actuar a pesar de sentirlo. El valiente es ese que se arriesga, el que es capaz de dar el paso a pesar de que le tiemblen las piernas; no el que no sienta que se desgarra por dentro, porque ves, el miedo además de eso, de la sensación, es conciencia de que pocas cosas, si no es ninguna, se pueden controlar completamente, pocas cosas pueden seguir piadosamente (s)tus expectativas. 

lunes, 17 de junio de 2013

"Hasta acá"

A ver, los límites, los límites… He estado pensando que los límites se muestran siempre muy rígidos, ¡aquí!, ni más allá ni más acá, ahí, ¡aquí!, y de pronto por eso mismo caprichosos, porque así como fue ¡ahí! que se estableció la diferenciación, podría ser un poco más allá o acá, podría incluir esta característica, este pedacito, esta situación, esta cuadra que está justo al lado, ¿qué es una calle, una palabra, una situación más!. Siempre existen esas luchas que se perciben ante todo en las fronteras, pues necesariamente tienen que estar en contacto con lo que está del otro lado, lo que ya no es 'esto'; no hay ningún lago (ni siquiera uno de cocodrilos) que las separe, que no sea parte o quiera serlo de lo que se propone diferenciar. 

Cuando se reconoce que los límites, las definiciones son una construcción social, humana, hecha por circunstancias sociales, por Dios si se quiere; necesariamente tiendes a dudar de ellos. Y es que si te fijas, si te acercas lo suficiente y te detienes a examinar, si por alguna razón te encuentras frente a la raya que dice “hasta acá”, preguntándote por la posibilidad de pasar un rato al otro lado o de correrla definitivamente; te das cuenta que los límites, esa barrera con la prepotente frase, es porosa, gris, llena de agujeros que funcionan como entradas y salidas improvisadas. Estando tan cerca miras al otro lado y te preguntas si vos podrás tener la autoridad suficiente para pasarla, para correr la línea. Ésta, sin embargo, podría parecer una pregunta obvia: ¿Cómo así que cabe la posibilidad de que no tenga autoridad suficiente sobre mi propia vida, sobre los límites que he de sobrepasar con ésta, que además es la única que tengo, y que la esté buscando en otro lado?; pero no lo es.  Cada vez que quieras, siendo tú la autoridad (con tus decisiones y sus vaivenes), puedes correrla y replantearla. Toca hacerse la pregunta y tomar la decisión, así ésta no haya sido satisfactoriamente respondida, porque los límites necesariamente tienen que ser establecidos, ya sea por la costumbre, la religión, la gente alrededor, una autoridad estatal o en este caso vos, yo; incluso solo para que estos nuevos límites sean necesariamente rebasados por la realidad, por tus decisiones, que si van más allá, vienen siendo lo mismo…

Si finalmente se corre la raya y redefines tus propios límites, entonces simplemente se acercan otras características o situaciones que siempre están lo suficientemente cerca para que te preguntes: ¿qué tanto puede afectar correrla un poco más?, ¿ya que dejé entrar esta otra, puede entrar ésta también, no? y así... 

Importante el momento en que se pasa a través del muro, lo placentero que podría ser el acto mismo de ir más allá, de cambiar la definición… La entrada es lo más placentero, permanecer ahí... bueno, toca que al rato le encuentres lo placentero a la situación "constante".




iLiMTes

Los límites no son físicos, y que desde ya quede claro que esto no tiene intención alguna de sonar a superación personal, pero los límites no son físicos, algunos, quiero decir, no lo son. Estoy sentada en un salón donde hablan del holocausto, de cómo todo pasó no de manera velada, como a la gente le gustaría creer, para poderse lavar las manos o poder tener un poco más de fe en los seres humanos; sino frente a toda una comunidad internacional. Sentada también oigo la respiración ahogada por la sorpresa, el disgusto de oír algunos hechos y el gusto a la vez, de poder decir que esa sorpresa es la única respiración cortada que podrían presenciar, que no podrían. Pienso en esa última parte: "Yo no podría, cómo se les ocurre..." y me pregunto si la persona miente adrede o si no sabe si lo está haciendo, descaradamente, porque en este mismo instante pasan masacres, asesinatos, gente aún muriéndose de hambre y no veo a nadie actuar distinto, ni reconocer el enlace que hay entre la vida de cada uno y la miseria del otro. No hay límites físicos. No es que yo no pueda físicamente matar a una persona, porque yo podría coger un cuchillo y hacer sangrar a alguien más al cortarlo, porque tengo manos que servirían para eso. No es que yo no pueda físicamente hacerlo, tengo todos los medios. Los límites no son físicos. La razón por la que yo no mato a alguien no es porque no pueda, porque haya un impedimento físico, sino porque no debo, porque reconozco la importancia de ciertos límites, no físicos, sino morales si se quiere, internos. Es una decisión: no es que yo no pueda, es que no quiero y no lo voy a hacer. Lo que sea que termine siendo la vida de cada uno es decisión por acción u omisión, de cada uno.

jueves, 30 de mayo de 2013

Luis-fe.

Felipe. Felipe. Felipe. No es sino empezar a pensar en qué podría escribir y ya me dan ganas de llorar, Felipe. El único Felipe, Luis Felipe, así conozca mil… Hay cosas que me duelen y tú te has dado cuenta, tengo la impresión de que tú siempre te das cuenta así te quedes callado, así te quedes mirando y asombrado frente a la situación inesperada que te estalla en la cara o en un hombro, o en el cuello cuando me abrazas, porque eso es lo único que resta hacer ante tanto drama. Te das cuenta que me duele, me duele verte en ciertas situaciones, como acorralado a veces, como sin saber qué pensar o qué hacer, como queriéndolo todo sin nada, como queriendo que alguien te salve… ¿sientes tú eso o soy yo que quiero un poco de compañía?

Lo que te estalla en la cara, sin saber cómo es que soy yo la que explota, es un miedo terrible de que te desdibujen, que te cambien, que dejes que eso pase, que te alejes, que te encierres, que creas en todo lo que dicen por la seguridad con la que se creen sus propias mentiras a fuerza de repetirlo incesantemente, que cortes los puentes, que solo oigas ciertos argumentos, ciertas personas y que entonces no podamos hablar ya de algunas cosas porque estaremos en sitios entre los cuales ha dejado de haber comunicación alguna por la negación del otro que se utiliza como argumento... Hay una cosa clara y es que te adoro, pero es un amor con muchos aprendizajes en el medio, difícil de entender, ¿sabes? Y es que claro, eres mi hermano y cómo no te voy a querer, y desde siempre, puedes ver las fotos, pero es que querer y quererte es violento, es putamente violento porque no puedo dejar de hacerlo y somos tan distintos, así parezcamos mellizos, o incluso por eso mismo, no sé... Mierda, son tantas cosas que quisiera decirte y no sabes todo lo que me cuesta. Trato de recordar cómo de repente dejé de confiarte cosas y me apeno por ser tan dura, porque nunca perdoné una falta de reserva y no sé ya qué hacer, no sé si hablarte, no sé si sería capaz de confiarte nuevas cosas, si por el momento que estás viviendo podrías alejarte aún más al oír lo que tenga para decirte, o si juzgarías el asunto con el apoyo de alguien ajeno a la situación y que cree que tiene la verdad en sus manos y la respuesta de cómo debería vivirse la vida: esto sí, esto no, pecado, cielo, infierno, castigo, culto... Culto a ti bellecita, porque yo no tengo, en serio, nada claro, así parezca, así la apariencia: las buenas notas, la sonrisa, los diplomas, las felicitaciones, los trabajos, puedan mostrar eso: éxito, claridad, camino hecho pues! Nada de eso, Felipe. Está bien si eso genera sentimiento de orgullo, y no podría sentirme más halagada, porque son Ustedes, tú, si es que eso sientes todavía, porque fueron metas cumplidas, cosas hechas: la postergación apaleada por un sentido de responsabilidad, de vértigo por tener justo al lado al vacío, siempre seduciéndome para que dé un paso lo suficientemente lejos o cerca; pero eso no dice que estén claras las cosas, firmes, no, no, no.

Tan distintos tú y yo, te decía, pero también compartiendo formas de ser, de estar. Alguna vez escribí, no creo que sepas eso, que envidiaba la manera en que no puedes forzarte a hacer cosas, por lo que sea, no se puede, no puedes, si no te sientes bien, no hay atadura alguna, ni la palabra, la tuya, ni la pena, ni el dinero invertido, ni nada que pueda generarse de un cambio inesperado de decisiones en el que inevitablemente está involucrado alguien más. Envidio eso, que no puedes forzarte a hacer nada, porque eso te hace en parte más libre, supongo. Compartimos confusiones, inseguridades, historias, un montón, ¿no?, y así y todo… Y así y todo...

[Quiero un alter ego para poder escribir esto, terminar, porque no es justo, no aguanto siquiera pensar que podría escribir cosas que sean injustas contigo, con mis papás, con cocho, por ser solo una perspectiva, una posición, la única que tengo, la mía... No puedo siquiera con la posibilidad de estar dándoles algún dolor de cabeza metafísico injustificado, qué sé yo, algo en lo que tengan que preocuparse, no piercings, no tatuajes; cosas importantes, cosas que están sin necesidad de verlas.]



domingo, 19 de mayo de 2013

I'm done with shameful Bukowskies.

Sin exigencias para encajar en moldes.
Sin comentarios sobre viejas que, sin la suficiente atención, podrían ser comentarios hechos por un traqueto sobre su nuevo carro o pero aún, sobre el tanque que se ha comprado su vecino.
Sin luz.
Te saliste, no de mi bolsillo; mejor aún, de mi boca.