No me aguanto cierto tipo de comentarios.
Eso que acabo de decir es, en parte, mentira: al final los termino oyendo, los aguanto, creo que perdí la facilidad para ser grosera. Digo, con ciertas personas.
Y oigo o leo, según sea el caso, sobre estremecimientos, sobre "activaciones sexuales", sobre falta de cordura, sobre sentimientos muy fuertes por un artista, enamoramiento leo en un caso...
Pregunto entonces qué es lo que ha hecho, que ha pasado para que se sienta así, le pregunto por lo que debería justificar el significado de las palabras que está utilizando.
- Nada, estoy… eee... comiéndome un pan o viendo una película o saltando en mi cama mientras oigo canciones.
A ver… [¡1, 2, 3...] No entiendo, porqué dice eso […4, 5, 6…] Mejor dicho, ¿porqué utilizar las palabras tan indiscriminadamente?
[¡…7, 8… Infinitos números no son suficientes!] Porqué putas me habla de sexualidad y locura para referirse a algo que está totalmente enmarcado en la cotidianidad. Porqué hacer comentarios de experiencias sexuales que nada tienen de sexual porque ni explorar quiere; y ¡de poca cordura? ¡Porqué robarle el sentido a las palabras de esa forma?
[No me gusta que una persona me comente que está loca, que no está cuerda o como sea que quiera hablar de sí misma; intuyo que es todo lo contrario y eso es un acto demasiado narcisista. Demasiado, incluso si estoy dispuesta a jugar de interlocutor para que el monólogo continúe. Ay!, si todavía recuerdo la respuesta de Danielita cuando le decía en el colegio que yo era generosa, me imagino que porque le regalé el último chicle o la última galleta que normalmente resultaba ser un tesoro para el dueño solo por eso: ser el último. La respuesta fue algo así como: a usted no le corresponde hacer esos juicios o, si es generosa, no es usted quien debería estar afirmándolo. Silencio después]
El que calla otorga.
-Pero le estoy diciendo que salto en la cama en la que duermo y, y…