Me siento bien, como toda una dama, me siento bien, con las piernas cerradas, manos y uñas limpias, serena, peinada.
Me siento con lágrimas que fueron cavadas desde un pozo subterráneo, no son los ojos que se irritan por gajes del oficio. Eres tú maldita sea, tu recuerdo el que irrita mi alma, tú quien erosiona mi ser impidiendo que semillas de nuevos eventos puedan florecer. Sólo florecen lágrimas para marchitarme. Pero el sol ha sido benévolo y entonces arde para mi, arde, y me evaporo por un rato...
No me siento, estoy cansada, sentándome no arreglaría nada, sintiéndome lo arruinaría todo. Sensaciones que se sientan esperando su turno... por orden alfabético se logra, pero por orden de importancia todas creen ser la primera, y el orden que creía haber visto se esfuma, muy lentamente, como el humo de un cigarrillo, porque el sol así lo quiso.
Ya después vuelvo a sentarme, a sentirme, pero sin parecer una dama, más similar a un animal, en el piso, amando el frío que distrae... como un animal, desnuda, vestida con palabras que pocos saben leer...
Frío, estremecedor aire cuando siento cómo recorre tan fácilmente mi cuerpo; todas las esquinas, todas, como un envase al que lo llena la nostalgia, la melancolía y la tristeza de abrazar más fácil al miedo cuando pienso en actuar.
Me siento bien, como toda una dama, me siento bien, con las piernas cerradas, manos y uñas limpias, serena, peinada.
Me siento con lágrimas que fueron cavadas desde un pozo subterráneo, no son los ojos que se irritan por gajes del oficio. Eres tú maldita sea, tu recuerdo el que irrita mi alma, tú quien erosiona mi ser impidiendo que semillas de nuevos eventos puedan florecer. Sólo florecen lágrimas para marchitarme. Pero el sol ha sido benévolo y entonces arde para mi, arde, y me evaporo por un rato...
No me siento, estoy cansada, sentándome no arreglaría nada, sintiéndome lo arruinaría todo. Sensaciones que se sientan esperando su turno... por orden alfabético se logra, pero por orden de importancia todas creen ser la primera, y el orden que creía haber visto se esfuma, muy lentamente, como el humo de un cigarrillo, porque el sol así lo quiso.
Ya después vuelvo a sentarme, a sentirme, pero sin parecer una dama, más similar a un animal, en el piso, amando el frío que distrae... como un animal, desnuda, vestida con palabras que pocos saben leer...
Frío, estremecedor aire cuando siento cómo recorre tan fácilmente mi cuerpo; todas las esquinas, todas, como un envase al que lo llena la nostalgia, la melancolía y la tristeza de abrazar más fácil al miedo cuando pienso en actuar.
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