Siendo Manizales un momento de revelaciones, espacio y tiempo en el que descubro la brecha entre lo que pienso, lo que creo real y La realidad; no deja de ser por eso, por el hecho de que su moraleja haya sido esperar [con los brazos abiertos] sólo de los incondicionales, más cálido que Bogotá que me recibe en una esquina del centro escupiéndome a la cara.
Para compensar, depronto el pelo y una mejilla me brillen más ahora.