Salgo de inmediato, llego tarde.
Me reciben en las escaleras con un abrazo; sincero él, sincero el abrazo. Entro, me siento, hoy es día de regalos, de que el resultado de veranos insoportables me empapen la cara y los ojos, la boca (demasiadas visitas lo hacen cada vez más asqueroso).
Llegué, entré. Incapaz de ser coherente y llevada por subjetividades decido evitar mirarla para que no interprete mal la falta de dirección que tienen mis ojos cuando buscan el vacío, trato de evitar que se encuentren con los de ella para tener que sonreír como respuesta a la mueca que veo producto del reconocimiento... supongo. Después de fracasar en eso que me proponía, empiezan los comentarios que creyéndose pícaros o coquetos, casi que prohibidos, salen de la boca con la risa tímida propia de alguien que atraviesa el desierto hace mucho tiempo, y los tipos, que resultan ser el agua, no quieren ni escupir. En fin... "Dios le da pan al que no tiene dientes", una baguette seguramente...
-Os sentirás mejor cuando la sensación de pícara no sea lo único que os llene...
Se acaba, se mantienen las distancias con los ojos y las risas (las manos que en tercero me enseñaron, son inútiles acá, o por lo menos muy directas, a nadie le gusta eso). Salgo y pienso: ¡Qué verano en el que está!, recuerdo la respuesta:
-"En verano estamos todos" . Antes de responder empecé a sentir algo en la pierna, sentada o parada, siempre creo sentir algo, incluso ahora y no solo en la pierna, el celular me queda mal y entonces claro, tiene razón, en verano estamos todos...
Café? No, negro, blanco a veces. Muchas ideas, en un principio inconexas y regadas, se ordenan cuando el objetivo se hace más claro, cuando pregunto por uno de los temas: las relaciones de pareja, pensando en alguien más. Sorprendida: entre menos quiero, más me ofrecen. No, gracias.
Exitosamente social... alguien distinto... no pienso cambiar... sentimientos hacia usted... ahhh: entre menos quiero, más me ofrecen. Explicaciones predecibles, las de siempre, imaginación, falta de experiencia; todo se reduce a la inapetencia, lo cual no me saca de esa estación desastrosa en la que estamos todos. "En verano estamos todos".
Sí siento, aunque no de la manera que esperan. Entre más saben, más injustos son, más racionales, con más información, más descarados e hirientes... más cobardes. Más escriben y más hurgan entre mis entrañas buscando algo que justifique el dolor propio, la mala fortuna de no tener lo que quieren, buscan un reemplazo a su dolor, el mío, el malestar, las ganas de vomitar. Bueno... la venganza: no dejar dormir, no tranquilamente; no dejar soñar, no con lo que quiero; no dar la cara, hacer el daño y correr. Muy bien!
Almuerzo. Siempre se pasa rápido, el tiempo, pero siempre es suficiente para sentir el vacío cuando te devuelves. Gracias por las cobijas, los brazos, el jabón, por soplar el polvo que a veces ahoga; gracias mil por las madrugadas, las 2, las 3, las 4 a.m.
Me despido, y mientras me devuelvo en la lonchera, se abre ante mis ojos, a través de ese vidrio que permanece sucio, no sólo una cuadra que desconocía: carrera 14 con 22, sino piernas, manos y bocas. Para contrastar, alguien cierra un ojo si alguien pasa lo suficientemente despacio, para poder vender bien la mercancía.
"En verano estamos todos".
Las uñas rosadas y largas, las cejas delgadas, las faldas diminutas en las que se esconde, sin que descifre aún cómo, lo que realmente los avergüenza.
Se decide entre 2 opciones, a veces parece que el azar es el que decide y entonces usted crece, si tiene suerte, como el modelo de su género; sino, decide salirse del modelo para ser el del otro lado o simplemente decide quedarse en el limbo () sin que ningún modelo convenza.
Trata de hacer uno, el propio, y despertarás interpretaciones obvias. Interpretaciones que nada mostran... No importa.