Hiding place

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Hide me from any, sorry! everyone

jueves, 20 de octubre de 2011

miércoles, 19 de octubre de 2011

¿!?

No tengo ganas de hacer nada. Me siento un poco asfixiada. Me impresiona la facilidad con que mis sentimientos cambian por ciertas actividades cuando tengo que hacerlas, y se imponen sobre lo que quiero hacer. No necesariamente porque no concuerden, sino porque suplantan el deseo, el mío, y le imponen límites de todo tipo que hacen, de lo que quería hacer, algo lejano. Lejana, ¿se acuerda?.
Ha pasado con las clases de literatura que he visto. También con las de arte. Sí que odio sentir que lo que estoy haciendo lo hago porque alguien más lo pide y no porque quiero, porque me nace. Incluso así, sabiendo eso, siempre vi las clases de literatura y arte como electivas y... estoy estudiando filosofía. Después, claro, cuando las tareas no obligaban, les/me daba una tregua y volvía. A pesar de la ya conocida consecuencia que tiene en mí esa obligación externa, sé también que necesito ponerme metas externas para poder cumplirlas... Y definitivamente mi voluntad es variada y hay veces, como estos días en que necesito adelantar tanto y entregar tantas cosas, en que no quisiera hacer nada; y no sé en qué pensar o qué inventarme, para engañarme y obligarme a hacer lo que tengo que, en el tiempo que piden.
Este findesemana estuve en mi casa, que siempre resulta una delicia, un descanso; y me dieron ganas de vivir como mi hermano: un poco desubicado, pero ante todo, incapaz de obligarse. Incapaz de no hacer lo que él quiera. Y sí, teniendo más tiempo, más fines de semana para dedicarlos a lo que uno quiera, sin tenerse que preocupar tanto por las consecuencias, por los trámites, por el tiempo, por lo serios que se vuelven los asuntos sin serlo, ahh...
Y es verdad que hay que pensar en la vida, en cómo vas a hacer para (sobre)vivir, en oportunidades, en posibilidades, en responsabilidades; pero y ¿vives?. Esa es la pregunta, la que ahora no sé cómo responder. Vivir, solo puede tener definiciones artesanales, cambiantes, muy íntimas. Nada de condiciones suficientes y necesarias que te protejan de inconsistencias lógicas.
Volvamos. La idea de volver las cosas tan serias y abarrotar a la gente de tanto trabajo inútil [quiero decir demasiado útil, solo útil], y ya estoy pensando en una clase de complot, es que no se tenga tiempo ni ganas para hacer algo después: para leer, para protestar, para escribir, para pensar; nada, solamente para dormir, para morirte un ratico antes de que amanezca y vuelva y empiece.
Esta tarde estaba leyendo una noticia sobre Juan Esteban Constaín, quien se ganó el premio Espartaco de novela histórica, con '¡Calcio!', un libro que relata lo que podría haber sido el primer partido de fútbol. Según lo que leí, esta novela empezó como una obsesión cuando, estando en Florencia, Italia, presenció lo que generaba en la ciudad la semifinal de la UEFA. Lo que más me gustó del artículo es que Constaín decide dejar de lado el objetivo por la que estaba en Florencia: terminar su doctorado; y comienza a investigar sobre el origen del fútbol, que después se convirtió en base para escribir la novela que lo hace acreedor a este premio.
Cae entonces, este artículo, justo al lado de esta sensación de malestar. Mejor justo detrás, para impulsarla.
Por ahí había dicho que tenía problemas con el tiempo. Más precisamente, tengo problemas con el presente que siempre tiene que estar a merced de lo que no es, sacrificándose.
Go.