Hiding place
domingo, 24 de agosto de 2008
Tu n'es pas mien. Rien à faire?
Me lleno de valor, de palabras sustituyendo los puntos suspensivos por dos puntos. Uno sólo.
Letras, palabras, significados que se esparcen presa del viento, el aire frío de mi cabeza. Pensar con cabeza fría no es mi fuerte, pero aparentemente todo es mejor si no hay nada cálido que comunique las partes, todo más fácil a las mentiras reduccionistas que nunca pensamos, pero que nos mantienen junto a los secretos, seguros, sin necesidad de que alguien intente siquiera hacer parte de nuestras líneas inestables.
Stephane, ne pars pas, pour quoi est-ce que tu ne peux pas m'amasser?. Es físicamente inútil. No importa, por favor no lo repita. Déjeme hacerlo. Lo abrazo, está cálido, me encanta, no quiero dejar de hacerlo. Sus manos que habían decidido no intervenir, lo hacen, me siente fría y usted tiene calor. Ambos encontramos lo que buscábamos.
Me siento feliz, le doy un beso y me voy. Me encanta su cabello, ese que ya no tiene, es muy fácil perderse; lo siento en la cara, en las palmas de las manos...
Después una reacción agresiva, reproches, sensación de madurez ante importancias ilimitadas dadas por situaciones pasadas. Madurez deleznable.¡Madura cordura!. Todas igualmente perdidas en ese instante. Fallida, ahogada, para después flotar sobre el agua y traerme a la realidad, como siempre lo hace la muerte. Y me arrepiento de perder el tiempo en cosas como esas cuando me encantaría oírlo... maldito sea mi orgullo, maldito mi vicio de terminar las frases de otros, maldita sea mi forma de sentir, malditos los deseos, maldita mi esperanza inmortal, maldito usted y maldita yo. Sobretodo yo.
Nunca lo odio del todo, es la reacción infantil, querer sacarle la lengua, tirarle una piedra y después abrazarlo y seguirlo "odiando". Hablé con alguien en vacaciones, no sabe todo lo que lloré, difícilmente podía hablar, fue una confesión, trataba de lavar todo esto tan agrio, pero faltó jabón. Sería mejor si alguien me vendiera un alma limpia, una indulgencia sin el cielo como destino; quiero mi indulgencia acá.
Me releo, me vuelve a doler, me acostumbraré.
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